Empezó bien la tarde de ayer, con ilusión porque ya es un hecho que voy a jugar al basket después de meses y meses de pasividad deportiva.
Me acerco a una galería comercial a comprar una botella de agua antes del entrenamiento, después de recorrer pescaderías, pollerías, mercerías por fin encuento un puesto de "panadería y café" en el que encuentro una escena de las que ya no recordaba y que pasaré a describir con todo lujo de detalles:
Un niño de unos cuatro años está esperando (con su monedita de euro en la mano bien agarrada) debajo de ese altísimo mostrador a que aparezca alguien que le pueda vender su merienda, a todo esto la tendera (una señora mítica con sus gafazas, su bata azul y su pelo corto con canas...) está en el fondo del puesto ordenando unas cajas pensando que no había ningún cliente esperando... en ese momento llego yo y es cuando sale. Ella me intenta atender, pero yo cedo el turno al niño que esperaba pacientemente para ser atentido. Casi sin volumen y sin dominar bien el lenguaje pide una cantimplora de fresa y una bolsa de palomitas, la señora le pregunta si las quiere con ketchup y mostaza, pero el chiquillo es todo un romántico y las pide normales (la tendera va a buscar todo el pedido) en ese momento me fijo en que un amiguito del niño está jugando con la puerta automática, pero está tan pegado al cristal que el sensor no le detecta y no podia volver a entrar jeje. Vuelve la señora le cobra (no pude evitar sacar el movil y hacer una foto rápida, esto de tener blog es nuevo y un poco raro...) y se van los dos pequeños compartiendo la merendola.
Me encantó recordar esas compras de cani y como veía yo a los mayores e imaginar como me vería este pobre chico pensando que tendría que seguir esperando para merendar...
Bueno después de este derroche de melancolía no me quedan ganas para contar lo malo que es volver a hacer deporte tras un largo periodo, sobre todo porque es algo que todo el mundo sabe jajaja, pero os dejo una fotico.